Más fuerte, más alto, más rápido. Este tríptico que marca la esencia olímpica tuvo en Germán Lauro al mejor ejemplo del esfuerzo y de la gloria, ya no solo por alcanzar un lugar histórico en la final del lanzamiento de bala, sino que en ese camino, y en menos de 12 horas, quebró tres veces su récord argentino para dejar abierto un nuevo desafío: volver a quebrar la marca de 20 metros y 84 centímetros que impuso hoy.

Cuando aún estaba fresca la última marca del partido más largo de la historia en el tenis olímpico, el que protagonizaron el martes pasado, por octavos de final, el francés Jo-Wilfried Tsonga y el joven canadiense Milos Raonic, que terminó con el triunfo del primero por 6-3, 3-6 y 25-23 (66 games), el inolvidable choque entre Juan Martín del Potro y Roger Federer estableció un nuevo record de tiempo en cancha: 4 horas y 26 minutos.: