Si lo consideramos un logro, sería hora entonces de una segunda mirada. Profunda y por ahí, hasta antipática: la que determine cuales serán depositarios de los mejores esfuerzos para lo que vendrá, camino a puestos de vanguardia. Esos que encienden al ciudadano común, en general poco interesado en los aprestos y muy pendiente de los resultados, cultura deportiva de un país tan futbolero, donde siempre hay que ganar o al menos no perder. Al que hay que explicarle que Pareto hizo casi lo mismo que en Beijing o que el basquetbol estuvo a un tiro remoto del bronce. Mas sencillo siempre de fundamentar que posiciones demasiado lejanas de los podios anunciadas mucho antes.
En general la sensación imperante es la de estar enfilando hacia alguna parte. Un recorrido que demandará tiempo, dinero y nivel. Londres fue un escalón, se intuía, austero. Donde algunos de los grandes valores nacionales se despidieron con grandeza, mientras nos esperanzamos en apariciones equivalentes e improbables.
Por ahora, en medio del recambio, al menos se advierte un plan. No es poco, si miramos hacia atrás.
Rafael Emilio Santiago Fernandez
Diario La Nueva Provincia