Espíritu inmortal de la antigüedad,
Padre de lo verdadero, lo hermoso y lo bueno.
Desciende, preséntate, derrámanos tu luz sobre esta tierra y bajo este cielo, que fue el primer testigo de tu imperecedera fama.
Dad vida y vivacidad a eso nobles juegos
Arrojad, guirnaldas de flores que no palidecen
¡A los victoriosos en la carrera y en la contienda!
¡Crea, en nuestros pechos, corazones de acero!
En tus ligeras llanuras, montañas y mares
Brillan en un matiz roseo y forman un enorme templo en el que todas las naciones se reúnen para adorarte, ¡Oh espíritu inmortal de la antigüedad!