Toda misión para un Juego de un ciclo olímpico implica un trabajo silencioso, pero intenso. Y el de Toronto 2015 no es la excepción. Hay que estar detrás de todos los detalles, por más mínimos que parezcan.
En el undécimo piso del edificio donde está alojada la delegación argentina se montó el centro de operaciones. Desde allí salen todas las indicaciones que imparte el Jefe de Misión, Diego Gusmán, y que se encargan de llevar a la práctica los integrantes del staff del Comité Olímpico Argentino.
El acompañamiento a los atletas (recibirlos en el aeropuerto, destinarle las habitaciones, y atenderlos sobre todo en lo que a cuestiones médicas o kinesiológicas se refiere) y el contacto permanente con las autoridades del Comité Organizador son las funciones principales que, a diario, se cumplen a rajatablas.
Todas las noches, los miembros del staff se reúnen con los jefes de equipo para estar al tanto de las necesidades de cada disciplina. Y luego hay otra reunión de todos los integrantes del staff para fijar los pasos a seguir al día siguiente.
El trabajo de la misión es una especie de backstage, lo que no se ve. Obviamente no hay medallas para esa labor, pero es imprescindible para que los atletas puedan sentirse cómodos y pensar solamente en lo que deban hacer en la competencia, para que eso, a su vez, se refleje en los resultados.