LA BANDERA ARGENTINA YA FLAMEA EN LA VILLA DE RIO

La música brasleña fue el epicentro de la ceremonia de recibimiento a la delegación argentina. La música brasleña fue el epicentro de la ceremonia de recibimiento a la delegación argentina. Prensa COA / ENARD

“Uno ya está acostumbrado a este acto y sin embargo no deja de vivirlo como si fuese la primera vez. Tal vez por eso siente emoción, aunque no nerviosismo. Si bien ya llevamos varios Juegos acompañando a la misión argentina, es imposible dejar de emocionarse. Sobre todo cuando se escucha el himno y se ve subir la bandera en el pabellón”. Diego Gusmán, el Jefe de Misión, expresaba así sus sentimientos luego de la ceremonia de izamiento de la enseña nacional y del recibimiento oficial a la delegación argentina por parte de la familia olímpica.

 

El acto se inició poco después de las 19, con un show artístico. Un grupo de 25 bailarines, cantantes y actores, que fueron seleccionados a través de un casting, ofreció un espectáculo en el que se recorrió la historia de la música brasilera. “Empezamos por la que hacían los indígenas; luego pasamos a la que trajeron los negros de África y más tarde a la que impusieron, a su llegada, los inmigrantes europeos”, contó Joao Uchoa, productor artístico del show.

 

“¿Es real? ¿Qué hay detrás de la puerta?” Fueron las dos preguntas que se plantearon antes de que los bailarines abrieran una imaginaria puerta de ingreso a los Juegos. Las delegaciones (Camerún, Malta y Suecia completaron el grupo al que se le dio la bienvenida, junto a nuestros atletas) traspasaron esa puerta y el baile siguió hasta llegar a la música que identifica al carnaval más famoso del mundo.

 

El protocolo continuó con los jefes de las cuatro delegaciones subiendo al escenario para escuchar los himnos y ver izar sus banderas. El encargado de recibirlos fue otro argentino, Mario Cilenti, el director de la Villa Olímpica. “Es un placer enorme convocar a mi amigo Diego para darle la bienvenida a la delegación de mi tierra”. Gusmán le entregó un presente, escuchó el himno, vio cómo la celeste y blanca subía hasta la parte más alta del mástil y más tarde se dirigió, para dejar un saludo de hermandad, hasta un muro de mosaicos ubicado en uno de los laterales, con el logo de Río 2016, que representa la tregua que se dan los pueblos, ante problemas de cualquier índole que pudieran separarlos, durante el desarrollo de los Juegos.

 

Acto seguido, el rito se repitió con las otras tres delegaciones y, al final, volvió el baile. Los bailarines se mezclaron con los deportistas y todos se movieron al ritmo de samba. Los boxeadores Alberto Melián, Yamil Peralta, Fernando Martínez, Alberto Palmetta, Ignacio Perrín y Leandro Blanc acapararon los miradas a la hora de mover las caderas, aunque no se quedaron atrás los integrantes de los seleccionados de hockey sobre césped y el de balonmano femenino, los gimnastas Ailén Valente y Nicolás Córdoba, los remeros Lucía Palermo y Brian Rosso, los tiradores Fernando Borello, Federico y Melisa Gil, y la esgrimista Belén Pérez Maurice, entre otros.

 

Los atletas demostraron, una vez más, el clima de hermandad que se vive en la Villa donde no hay ningún tipo de fronteras que los separen. Ese es el espíritu olímpico. Y en Río se cumple al pie de la letra.