Una fiesta a la medida de Brasil

Luis Scola, el abanderado argentino, al frente de nuestra delegación. Luis Scola, el abanderado argentino, al frente de nuestra delegación. Prensa COA / ENARD

La ceremonia inaugural de los Juegos de Río 2016, llena de color, música y alegría, reflejó el espíritu y la cultura del país anfitrión, y dejó un fuerte mensaje en favor de la tolerancia a la diversidad y la defensa del planeta. La ex maratonista Vanderlei Cordeiro de Lima fue el encargada de encender el pebetero olímpico.

 

A la hora señalada, cuando la cuenta regresiva llegó a cero, la explosión. El Maracaná se llenó de luces y de música, de emoción. Sonó la voz de Luis Melodia interpretando el tema de Gilberto Gil “Aquele Abraco”. Y poco después el himno brasileño, a cargo de la guitarra de Paulinho da Viola, en una interpretación que conmovió al mítico estadio, escenario de tantas gestas futbolísticas.

 

Ya había sido presentado por los altavoces el presidente del Comité Olímpico Internacional, el alemán Thomas Bach, entonces se inició un fantástico viaje por la historia de Brasil, desde los orígenes de su territorio hace billones de años y hasta la conformación de sus metrópolis, pasando por la llegada de los colonizadores europeos hace medio milenio y el desembarco de los esclavos procedentes de África.

 

Hubo espacio entonces para la música de Chico Buarque (“Construcción”) y para un planeador hecho de cajas de bambú, al que se subió un aviador que lo hizo cobrar altura (y para la televisación, incluso salir del estadio y volar por lugares emblemáticos de Río), mientras sonaba la “Samba del Avión” de Tom Jobin.

 

Luego vendría la internacionalización de la música brasileña a través de la bossa. Daniel Jobim, nieto del legendario Tom, interpretó “Garota de Ipanamema”, mientras la súper modelo Gisele Bündchen despertaba admiración con su belleza, en su último desfile como profesional.

 

También hubo espacio para la música pop brasileña, a través de distintas secciones del espectáculo, entre ellas “Las voces del morro”, en la que los habitantes de las favelas tuvieron su representación con la entonación de Elza Soares (mujer del fallecido futbolista Mané Garrincha) del tema “Canto de Ossanha”.

 

Siguió un homenaje a la contribución de la raza negra a la cultura popular brasileña con mezcla de break dance y capoeira y poco después el campo y las gradas se transformaron en una discoteca. La fiesta fue animada por el tema “País Tropical, mientras 1.500 bailarines entraban a escena con coloridas vestimentas.

 

De pronto, la ceremonia de apertura cambió de foco, con un mensaje dirigido a la toma de conciencia acerca de las consecuencias del calentamiento global en nuestro planeta. Y como ejemplo de que hay una salida a la delicada situación del medioambiente, se dio a conocer una novedosa iniciativa: cada atleta sería invitado a plantar la semilla de un árbol nativo de Brasil dentro de un tubo. Así, por primera vez en la historia de los Juegos, los deportistas participaron en una acción al ingresar al estadio. Las semillas serán llevadas a Deodoro para dar origen a la Floresta de los Atletas en el Parque Radical, como un legado para Río de Janeiro.

 

Los verdaderos protagonistas

 

A las 20:51, el abanderado de Grecia se asomó dentro del estadio. Fue el puntapié inicial de casi dos horas de un desfile incesante de hombres y mujeres, con vestimentas representativas y sus banderas.

 

Elegantísimo, “Luifa” Scola fue el abanderado argentino y al Rafa Nadal se lo vio exultante portando la insignia de España. Mucho más formal, Andy Murray hizo lo propio con la bandera británica, y el estadounidense Michael Phelps recibió el tributo que se merece el hombre con más preseas doradas colgadas sobre su pecho en la historia del olimpismo.

 

A la delegación de Alemania se la silbó –seguramente por las heridas no cicatrizadas por el humillante 7-1 sobre la “verdeamarela” en el último Mundial de fútbol-, y por contrapartida Portugal recibió el amor filial de su hijo predilecto Brasil. Colombia se llevó también una ovación, pero fue mayor la que el público le prodigó a los atletas refugiados que compiten bajo la bandera del COI.

 

El estadio entró en trance, como era de esperar, con el ingreso de los representantes locales, bailando, saltando, gritando bajo el ritmo de “Brasil, Brasil”.

 

La vertiente ecológica de la ceremonia de apertura se prolongó en la formación de los aros olímpicos, esta vez todos ellos de color verdes, como recordatorio de que la idea de la plantación de forestas debe ser universal y esparcirse por los cinco continentes.

 

“El mejor lugar del mundo es aquí”

 

Llegó el tiempo de los discursos. Carlos Nuzman, presidente del Comité Organizador de los Juegos 2016, afirmó: “El mejor lugar en el mundo es aquí, ahora. Río, Brasil. Celebremos juntos. Estos son sus Juegos, los primeros en Sudamérica. Nace hoy un mundo nuevo. Río tiene orgullo de ser la capital olímpica del mundo. Esto era un sueño, ahora es la realidad. Nosotros nunca desistimos, esa es la fuerza del pueblo”.

 

A su turno, Bach expresó su admiración por el hecho de que Brasil logró organizar los Juegos “en un momento difícil de la historia del país”. Y agregó: “En este mundo olímpico, hay una ley universal, todos somos iguales. Y en el espíritu de la solidaridad olímpica, damos la bienvenida al equipo de refugiados. Nos dan un mensaje, porque tuvieron que huir de sus países debido a la violencia, o porque eran diferentes, hacen una gran contribución a la sociedad.

 

Y justo antes de que el presidente de Brasil en ejercicio, Michel Temer, declarara oficialmente abierto los Juegos, el Maracaná volvió a conmoverse cuando miles de palomas en forma de papel con mensajes alusivos a la paz escritos por niños de Kenia y de Río de Janeiro cayeron sobre los espectadores.

 

Y la apoteosis se efectivizó cuando las 12 escolas de samba vencedoras en el Carnaval 2016 irrumpieron para energizar aún más la fiesta. Caetano Veloso, Gilberto Gil y Anitta cantaron el clásico tema de Ary Barroso, “Eso aquí, ¿qué es?”.

 

El carnaval presagió lo que estaba por venir: el encendido del pebetero olímpico. Guga Kuerten introdujo la antorcha al estadio, Hortensia tomó el relevo, y finalmente el ex maratonista Vanderlei Cordeiro de Lima llevó al fuego que arderá hasta la ceremonia de clausura.

 

Y como no podía ser de otra manera, se bajó el telón a una fiesta inolvidable con un espectáculo de luces y fuegos artificiales.