Sobre la competencia en sí dijo que “al principio arranqué chupada con la brasilera Lena, pero después se me despegó y tuve que hacer mi carrera. Al tener la corriente en contra te tenes que pegar bien a la costa para sea más llevadero. Son tres boyas en las que hay que girar y lo importante es hacerlo bien, lo más rápido posible, pero por sobre todo prolijo, porque si te caes perdes más tiempo; en mi caso tengo que tratar de apoyarme sobre mi hombro derecho, entonces pisas atrás y clavas el remo para dar la vuelta”.
Comentó también que el año pasado compitió en “Cabo Frío (Brasil) e hice podio, salí tercera, en una prueba que también ganó Lena. Ahora, el 9 de abril, voy a volver a correr en Brasil. Lo que te suma competencias de este tipo es sumar experiencia, y ganar una medalla es increíble. Quiero agradecerle a mi familia y a mis amigos, que me apoyan siempre”.
En la prueba masculina, también sobre 18 kilómetros, Francisco Giusti cometió un error al girar en una boya, perdió un tiempo valiosísimo, y eso lo hizo retrasar al cuarto puesto, y recién sobre el final pudo superar al ecuatoriano Carlos Gómez Zambrano para quedarse con la medalla de bronce, con un tiempo de 1 hora, 55 minutos y 44 segundos. Completaron el podio el peruano Itzel Delgado (oro), con 1h 48m 21s y el brasilero Vinnicius Furtado (plata), con 1h 49m 02s.
Giusti le hizo un gesto con sus manos al público pidiendo disculpas por el error metros antes de llegar a la costa y gritó “¡perdón!” al pisar la arena. Luego, más tranquilo, comentó que “no sé por qué pensé que había escuchado que el remote era libre, que se podía pasar la boya por cualquier lado, y como soy sordo de un oído creí que cuando me gritaban me estaban alentando, y no… era que me pedían que volviera a dar la vuelta. Delgado y Furtado no estaba lejos, los tenía ahí, pero eso me hizo retrasar muchísimo. Cuando vi que Rodrigo, mi entrenador, estaba enfurecido gritándome que volviera, lo hice, pero ahí me di cuenta que tenía una cuerda enganchada abajo, era un lastre, y se me vino el mundo abajo porque el ecuatoriano y el panameño se me estaban escapando mucho. Lo importante es que me aferré a eso de que no está muerto quien pelea, no bajé los brazos y al menos me pude llevar una medalla. Le pido perdón a todos: a mis compañeros de equipo, a mi entrenador, a mi familia, a mis amigos que vinieron a verme y, por sobre todo, al público”.