El correntino se puso la bandera sobre sus hombros, tomó del brazo a su entrenador y juntos dieron una vuelta olímpica en el South Arena 1 del complejo Esquel Center. Poco después se escuchaban las primera palabras del nuevo campeón olímpico del taekwondo, en la categoría de hasta 80 kilos: “No lo puedo creer. Esto era un sueño para mí, y lo cumplí. No tengo palabras para expresar lo que siento, sólo quiero dedicarle esta medalla a todos los argentinos. Aquí, en Londres, a tantos kilómetros de distancia, creo haberle gustado mucho a la gente que colmó el estadio y por eso me apoyaron. Ahora es tiempo de buscar nuevas metas, de no dormirse en los laureles y tratar de seguir progresando”.
Con la humildad que lo caracteriza, Crismanich confesó que “si me piden que explique lo que siento, me tendría que quedar callado. No tengo palabras. Seguramente, de acá a un tiempo voy a caer. Voy a bajar a la realidad de lo que conseguí, pero por ahora todo me parece un sueño. Un sueño del que no quiero despertar”.
Crismanich imaginó que “en Argentina seguramente mucha gente me habrá seguido por televisión, y en Corrientes debe parecer que está lloviendo, por los que deben estar llorando de alegría por esta medalla. Eso me pone muy feliz. A ellos quiero dedicársela. A ellos que me hicieron llegar su aliento desde mi país les doy las gracias. La verdad es que no veo la hora de llegar a la Argentina para poder festejar con toda esa gente”.
A la hora de los agradecimientos, el correntino no quiso olvidarse de “todos los que entrenaron conmigo, mis compañeros y mis entrenadores, y muy especialmente a mi familia. Yo sólo no hubiese podido lograr esta medalla. Por eso, un pedacito importante es también de ellos”.Por primera vez, el himno argentino sonó en una premiación durante estos Juegos Olímpicos 2012 y tuvo a un carismático Sebastián Crismanich como protagonista, con el puño apretado en su corazón y la medalla colgada en el pecho, cambiando la sonrisa por lágrimas de emoción.