Con una visión positiva de la realidad, más allá de la derrota ante Holanda en la final femenina de hockey sobre césped, el entrenador Carlos Retegui vaticinó que “hay ‘Leonas’ para rato. Eso nos llena de orgullo. Hay chicas muy jóvenes que podemos decir que ya tienen unos Juegos Olímpicos, algunas tienen un Mundial. Me voy con una alegría muy grande por todo lo que dio este grupo. Hay que ser positivo y saber que llegar a donde llegamos, siendo el que menos goles recibió y el que más había hecho, supone una gran actuación”.

El dolor que le impedía caminar con normalidad pasaba a un segundo plano. Cuando el reloj marcó el final de su combate con el español Nicolás García Hemme y la noticia de que un argentino, después de 64 años (los últimos habían sido los boxeadores Pascual Pérez y Rafael Iglesias, y el maratonista Delfo Cabrera) le daba a su país una medalla de oro en un deporte individual en los Juegos Olímpicos llegaba a todos los rincones del planeta, Sebastián Crismanich pegó un salto, abrazó fuerte a su entrenador Gabriel Taraburelli primero, y a Marcelo Rodríguez -uno de los médicos de la delegación argentina- después, a quien le pidió una bandera argentina que habían llevado, con todo orgullo,  “por las dudas” que hubiese que festejar.