Coubertin, desde su visión pedagógica y en la búsqueda de la excelencia permanente, exalta y valora las ansias de superación.
Una de sus frases más conocidas, que describe su sentir al respecto, reza:
"La vida es simple porque la lucha es simple. El buen luchador retrocede pero no abandona. Se doblega, pero no renuncia. Si lo imposible se levanta ante él, se desvía y va más lejos. Si le falta el aliento, descansa y espera. Si es puesto fuera de combate, anima a sus hermanos con la palabra y su presencia. Y hasta cuando todo parece derrumbarse ante él, la desesperación nunca le afectará."