Tenía tanta adrenalina en mi cuerpo que prácticamente no sentí el cansancio del viaje de dos días para llegar a Nanjing. Una vez en la ciudad china, sentí la satisfacción personal de estar en un lugar con el que había soñado desde siempre. Mi primera sensación al llegar fue de asombro: desde la organización en el aeropuerto, con el cálido recibimiento de cientos de voluntarios dispuestos a facilitar el arribo de miles de personas de todo el mundo, hasta la decoración de la ciudad, empapelada por todos lados con afiches relacionados a los Juegos.
Vivir la ceremonia inaugural en primera fila fue inigualable. La apertura contó con un despliegue impresionante de bailarines, contorsionistas, actores, cantantes, luces y fuegos artificiales, y que tuvo su momento de humor con la “selfie” que Thomas Bach, el presidente del COI y a quien luego tuve el privilegio de conocer, se tomó con algunos atletas durante su discurso de bienvenida. Entre toda esa vorágine, me tomé un minuto para apreciar el lugar en donde estaba y de lo afortunada que era por estar viviendo ese momento.
El Programa para los Jóvenes Periodistas comenzó al día siguiente de nuestra llegada. Se trató de un entrenamiento para cubrir un evento internacional en tiempo real, pero principalmente, se trató de un entorno de constante aprendizaje. La formación que tuvimos los 35 jóvenes, entre 18 y 24 años, durante los Juegos, fue brindada por seis profesionales de reconocido prestigio y una extensa trayectoria en el ámbito de la televisión, la radiodifusión y de la prensa escrita, las redes sociales y la fotografía.
No solo aprendí de los mentores, sino también del resto de mis compañeros, quienes venían de todas partes del mundo con culturas completamente diferentes. Escucharlos, verlos trabajar, hablar con ellos y conocer sus historias, también fue un gran aprendizaje intercultural. Pude construir relaciones significativas con ellos y hacer amistades con personas de los cinco continentes.
Fueron 18 días intensos, con movimientos de una sede a otra, con pocas horas de descanso, largas noches y mañanas tempraneras. Al principio hubo que organizarse eficientemente para cumplir con los horarios y las tareas asignadas. No se desaprovechó ningún momento, cada segundo era valioso y surgían nuevas historias que contar permanentemente. Como apasionada del hockey sobre césped, deporte que practico desde hace 15 años, una de las alegrías fue cubrir a las Leoncitas y celebrar su medalla de bronce.
Una de las características que hizo a este Programa único y especiales haber vivido dentro de la Villa Olímpica, que contó con instalaciones alucinantes de primer nivel, y compartir el día a día con atletas de todo el mundo. Estando allí, descubrí un interés por las historias de vida de los deportistas, más allá del deporte. Conocer cuáles eran sus sueños, sus objetivos y los desafíos a los que se enfrentaban. Poder ver las emociones en sus rostros, su fortaleza y convicción, fue una gran motivación para mí, no sólo como periodista sino también como deportista.
Es admirable cómo el deporte tiene el poder de unir el mundo en un solo lugar y ver cómo se rompen las barreras culturales entre los países, permitiéndoles a los jóvenes reunirse, interactuar, compartir sus diferencias y crear amistades duraderas en el deporte. El objetivo del movimiento olímpico es construir un mundo mejor a través del deporte. Gracias a los Juegos Olímpicos de la Juventud y al compromiso del COI, miles de atletas de todo el mundo vivieron y celebraron el espíritu olímpico. Pienso que no hay mejor manera de contribuir para que la sociedad sea un lugar mejor para todos.
La ceremonia de clausura tuvo un cierre a pura emoción. El relevo de Nanjing pasó a Buenos Aires 2018, próximo organizador de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Ver flamear la bandera argentina en lo más alto y cantar el himno sola, entre tantos extranjeros y en un estadio inmenso, fue una experiencia inolvidable y un verdadero orgullo. Una de las mayores ovaciones fue la aparición en pantalla de Lionel Messi durante un video promocional, donde invita a todo el mundo a visitar nuestra ciudad en cuatro años.
La llama de Nanajing 2014 se apagó, pero el fuego sigue encendido para recibir a los jóvenes atletas de todo el mundo en Buenos Aires 2018. Para ese entonces, miles de jóvenes deportistas vendrán a nuestro país con nuevos sueños y comenzarán a escribir su propia historia olímpica.
Esta fue, sin duda, la experiencia más enriquecedora de mi carrera y espero que sirva como plataforma para cubrir futuros eventos olímpicos. Agradezco una vez más al COI por haberme acreditado para los Juegos Olímpicos de Río 2016 y permitir que mi sueño continúe.
Carolina Cabella
Young Reporter for the IOC in Nanjing 2014 YOG