“Estoy contento no sólo por el resultado de la competencia sino por toda la previa a los Juegos. Es cierto que venimos a competir, pero hay que saber apreciar todos los momentos. Pablo (por Álvarez, el entrenador nacional) nos decía que disfrutemos todo. Y tenía razón. Conocer una ciudad, compartir momentos con deportistas de otras culturas es increíble”, arrancó diciendo el tirador que nació en San Fernando del Valle el 31 de agosto de 2000.
Gutiérrez ya venía demostrando que, pese a su juventud, está para grandes cosas en el deporte. En los Juegos Panamericanos – Lima 2019 logró la medalla de oro por equipos y la de bronce en el individual. Luego, en los Juegos Suramericanos – Asunción 2022 repitió la misma cosecha y en los Juegos Panamericanos – Santiago 2023 terminó quinto por equipos y séptimo en el individual. “Sabíamos que veníamos trabajando muy bien, por eso no me sorprendió el haber llegado a la final. Esperaba un poquito más, pero estoy conforme con lo hecho. Sobre todo con haber tenido la cabeza mentalmente preparada pese a ser mi debut olímpico. Nunca estuve nervioso, porque si estás nervioso no disfrutas de la competencia. Y yo lo disfruté a pleno por cómo estaba dando cada paso, más allá de que, como dije, aspiraba a algo más. No se dio y hay que seguir trabajando. Ese es el camino. Los resultados llegarán solos si seguimos preparándonos como hasta ahora”, agregó.
Destacó el apoyo de todo el equipo, y muy especialmente de Fernanda Russo, junto a quien volvió a la Villa Olímpica principal de París después de haber competido en la subsede de Chateauroux: “Cuando éramos juveniles entrenábamos en el mismo club, venimos de provincias vecinas. Y ahora estamos entrenando desde hace dos meses acá. Si bien el tiro es un deporte individual, te sirve mucho estar con alguien como Fernanda que ya compitió en tres Juegos Olímpicos. Es algo que te tranquiliza, que te hace pensar en que ella te va a ayudar a vos, más que a la inversa. No sólo tenemos bastante aceitado todo lo que es la competencia mixta sino que formamos un lindo grupo”.
Se emociona y le sale su costado familiero cuando habla de sus inicios en el deporte: “Recuerdo que era verano y estaba aburrido en casa. Tenía 11 o 12 años y quería hacer algo. En casa, mi viejo, que había practicado tiro, tenía una especie de sala de armas, cerrada con llave, a la que teníamos prohibido entrar. Y la curiosidad nos mataba, pero sabíamos que si desaparecía la llave éramos mis hermanos o yo, porque mi vieja nunca la tocaba. Un día, con mi hermano mayor, que me lleva un año, le pedimos a mi viejo si nos dejaba ir a entrenar tiro. Al principio no quiso, porque éramos muy chicos y decía que era peligroso, pero después accedió. Nos enseñó y, en mi caso, me quedé en esta disciplina”.
Pone énfasis en el apoyo que siempre recibió de su casa para hacer lo que le gustaba: “Lo que siempre le voy a agradecer a mis viejos es que nos apoyaron en todo. Mi hermano mayor prefirió los deportes de contacto y mi viejo no sólo lo acompañaba, sino que más de una vez se dejaba golpear para que él aprendiera; una de mis hermanas quiso hacer hockey, le compraron el palo y lo usó sólo un día, después lo abandonó y jamás le dijeron nada, la bancaron”.
Los recuerdos le brotan solos: “de repente le estaba tirando a una hoja, a la tapita de una gaseosa y de la noche a la mañana le queres pegar a un blanco. No te das cuenta y ya te metiste de lleno en el deporte. Son experiencias que siempre viví al lado de mi viejo. Hasta el día de hoy, dos años después, me sigue acompañando a todas las competencias. Eso es algo que valoro mucho. Yo fui creciendo a su lado mientras me formaba como persona y de quien heredé el carácter que tengo para ir llevando las cosas. Es mi guía, mi padre, mi amigo y al mismo tiempo mi entrenador. Estoy acá en gran parte por él”.
Sobre la relación familiar terminó diciendo que “el día anterior a la clasificación le mandé un mensaje a mi viejo diciéndole que estuve muy bien mentalmente, pese a que cometí errores técnicos, y que si estaba con la misma cabeza entraba cómodo. Una vez clasificado para la final le copié el mismo mensaje y, si bien me felicitó, me dijo que siguiera enfocado en eso para el día siguiente. Él estaba ilusionado en que me fuera bien por Argentina, por Catamarca. Soy consciente de que mi actuación alegró a mi familia, a mis amigos, a los vecinos y a todos los que me quieren. Mi mamá, que es llorona, era un mar de lágrimas. Mis hermanos, pese a que no somos muy demostrativos, me mandaron mensajitos emotivos. Eso me empuja a seguir adelante. No puedo defraudar a todos los que confían en mí”.