22/08 2016
RIO 2016 - SALDO ALTAMENTE POSITIVO PARA ARGENTINA
Estos XXXI Juegos Olímpicos Río 2016 no sólo dejan un saldo altamente positivo en lo emocional, sino también en lo estadístico-deportivo. Desde la frialdad de los números habría que analizar, en primer lugar, que para encontrar un antecedente a las tres MEDALLAS DE ORO conseguidas en Río (Paula Pareto, en la categoría hasta 48 kilos de judo; de Santiago Lange-Cecilia Carranza, en la clase Nacra 17 de vela, y el seleccionado masculino de hockey sobre césped) hay que remontarse a Londres 1948 (Delfo Cabrera, en maratón y los boxeadores Rafael Iglesias, en peso pesado y Pascual Pérez, en la categoría de hasta 51 kilos).
El aporte estadístico se agiganta si tenemos en cuenta que en ningún Juego se consiguieron más de tres oros, ya que la marca de Londres 1948 apenas había igualado las de Ámsterdam 1928 (los boxeadores Víctor Avendaño, en hasta 79 kilos y Arturo Rodríguez Jurado, pesado y el nadador Alberto Zorilla, en 400 metros libres) y Los Ángeles 1932 (los boxeadores Carmelo Robledo, en hasta 57 kilos y Alberto Lovell, pesados, junto al maratonista Juan Carlos Zabala).
Si analizamos los cuatro Juegos en los que Argentina sumó tres oros podemos ver que en Río no se pudo mejorar solamente a dos de esos Juegos, en los que además se lograron tres MEDALLAS DE PLATA y una MEDALLA DE BRONCE Ámsterdam 1928 (los boxeadores Víctor Peralta y Raúl Landini, en las categorías hasta 57 y 67 kilos, y el maratonista Juan Carlos Zabala lograron sendas preseas plateadas y el equipo de florete masculino, en esgrima, se llevó la de bronce) y Londres 1948 (la atleta Noemí Simonetto, en salto en largo; el tirador Carlos Díaz Sáenz Valiente, en pistola y el equipo de la clase 6 metros, en vela, se colgaron medallas de plata, en tanto que el boxeador Mauro Cía, en la categoría hasta 80 kilos conquistó la de bronce), porque en Los Ángeles 1932 se obtuvo, al igual que en Río, una MEDALLA DE PLATA más (el boxeador Amado Azar, en la categoría hasta 72 kilos).
Hablando de MEDALLAS DE PLATA no podemos dejar de mencionar la conquistada por Juan Martín del Potro, en el individual masculino de tenis. Tal vez aquí sí pese más lo emocional que lo estadístico. Porque muy pocos esperaban una actuación tan brillante del tandilense, no por falta de méritos deportivos sino por la seguidilla de lesiones que habían mermado muchísimo su rendimiento y por lo adverso que había sido para él el sorteo del cuadro. En Río apareció el Del Potro previo a las lesiones, el que es capaz de ganarle a cualquiera, incluso a un número uno del mundo, como el serbio Novak Djokovic, a quien eliminó en la primera ronda.
Hay otro dato numérico para resaltar. Aunque si bien las comparaciones siempre son odiosas, en esta oportunidad el dicho se potencia porque no se puede comparar la cantidad de países que compiten ahora y la evolución que han tenido algunos en los últimos tiempos con los de otrora, pero a un simple fin estadístico digamos que la vigésimo séptima posición en el medallero conseguida en Río iguala la marca de Roma 1960, con la diferencia que en aquellos Juegos competían 83 países y ahora lo hicieron 206. Y sólo la superan los primeros Juegos de la era moderna en los que se participó: Argentina se ubicó decimosegunda en los medalleros de Ámsterdam 1928 (compitieron 46 países) y Los Ángeles 1932 (37); decimotercera, en Londres 1948 (59); decimocuarta, en Berlín 1936 (49); decimosexta, en París 1924 (44) y decimonovena, en Helsinki 1952 (69).
También es relevante señalar que Argentina llevó a los Juegos de Río la mayor delegación de atletas (213) de la historia, lo que habla de un progreso que no sólo es cualitativo sino también cuantitativo.
Para completar un análisis estadístico comparativo de Río 2016 con los Juegos anteriores, no podemos dejar de remarcar los once DIPLOMAS OLÍMPICOS obtenidos en esta edición que acaba de finalizar: el seven de rugby; el seleccionado femenino de hockey sobre césped; Melisa Gil en la prueba de skeet de tiro deportivo; Emiliano Grillo en el individual masculino de golf;Alberto Melián y Yamil Peralta en las categorías hasta 56 kilos y 91 kilos de boxeo; el seleccionado de basquetbol; el seleccionado masculino de voleibol; Patricia Bermúdez en la categoría hasta 48 kilos de lucha libre; Yago y Klaus Lange en la clase 49er. masculino de vela y Matías Albarracín en salto ecuestre individual.
Desde los primeros Juegos con presencia argentina (París 1924) hasta los que acaban de cerrar un nuevo ciclo olímpico, Argentina conquistó 153 diplomas (la distinción que reciben los atletas o equipos que se ubican entre el puesto cuarto y el octavo) y sólo se superó la marca de Río en Londres 1948 y Helsinki 1952, cuando se lograron 15 en cada una de esas competencias.
Río 2016 también demostró el notable avance que se advierte en algunas especialidades o disciplinas, como el hockey masculino, por ejemplo; la aparición de jóvenes figuras, como Braian Toledo (consiguiendo entrar a una final en atletismo en su segunda experiencia olímpica, algo impensado hasta hace pocos años atrás) o de la tiradora Fernanda Russo (la más joven de la nutrida delegación, quien se ubicó vigésima en los 10 metros de rifle de aire), por citar sólo algunas, y el fin de ciclo de algunos deportistas que han escrito páginas de gloria para nuestro deporte, como Emmanuel Ginóbili y Andrés Nocioni, por caso. Aunque este rubro merece un estudio más profundo que, luego de una minuciosa revisión técnica, servirá para analizar qué se puede mejorar o qué cambiar.
El balance, por todo lo expuesto, arroja un superávit importante. Más allá de la frialdad de los números sirve para demostrar que en los dos ciclos olímpicos posteriores a los Juegos de Beijing 2008 se ha mejorado permanentemente, y a ritmo sostenido, en todos los rubros. Sirve para demostrar, también, que se ha emprendido el camino correcto. Seguramente queda mucho por mejorar, pero sabiendo que se está por el buen camino todo se hace más sencillo.