Ese registro de 81.78 metros sigue siendo el record de lanzamiento de jabalina en los Juegos Olímpicos de la Juventud ya que en las siguientes ediciones ni el francés Lukas Moutarde, en Nanjing 2014 (74.48 metros), ni el finlandés Topias Laine, en Buenos Aires 2018 (78.85 metros), pudieron superar su marca.
En Singapur 2010 la Argentina participó en 18 de los 26 deportes del programa olímpico (atletismo, básquet 3x3, boxeo, canotaje, ciclismo, equitación, esgrima, gimnasia, hockey sobre césped, judo, natación, remo, taekwondo, tenis, tenis de mesa, triatlón, vela y voleibol) y cosechó seis medallas: Toledo ganó la única presea dorada de la delegación, las Leoncitas y la selección masculina de voleibol obtuvieron la medalla de plata, mientras que Lucas Guzmán (taekwondo), Fabián Maidana (boxeo) y Lautaro Díaz (triatlón), ganaron una medalla de bronce cada uno.
Toledo ya se perfilaba como una de las grandes promesas del deporte argentino y dos años más tarde hizo su debut en los Juegos Olímpicos Londres 2012. Con 18 años se ubicó en el 30° puesto, con un registro de 76.87 metros. Cuatro años después, en Río 2016, logró meterse en la final olímpica y finalizó décimo con 79.81 metros.
El futuro de Toledo, que se había ido a entrenar a Finlandia para seguir perfeccionando su técnica, era alentador. Desgraciadamente, un accidente fatal en moto en su ciudad natal terminó con su vida, en febrero de este año.
Más allá de sus resultados deportivos, Braian Toledo fue un ejemplo dentro y fuera de la pista. Su legado perdurará en el tiempo por sus valores, su disciplina y su espíritu de lucha y su historia de vida servirá para inspirar a las futuras generaciones de atletas argentinos que quieran cumplir con sus sueños.